4/7/14

El equilibrio de los elementos en nuestro cuerpo

Los cuatro elementos se encuentran presentes intrínsecamente en todos los seres humanos.
Nuestro cuerpo físico es de tierra. Fuimos creados del polvo, y en polvo nos convertiremos. Para los menos teológicos, recordemos que estamos formados de 75% de agua y 25% de otros minerales. Es decir, que somos 1/4 de tierra. Polvo de estrellas. Somos de tierra, terrenales, densos.
Nuestro cuerpo emocional es de agua. Nuestras emociones se traducen en agua.. al reír, se nos pueden salir hasta las lágrimas. Ni que se diga al llorar. Un susto terrible nos puede hacer “orinar” de repente. La excitación sexual hace secretar al cuerpo líquidos como semen y lubricación vaginal. Como somos 3/4 de agua, somos muy proclives a dejarnos llevar por las emociones.
Nuestro cuerpo mental es de aire. Nuestros pensamientos viajan en el espacio, a veces, dejamos nuestras ideas al viento. A veces, las vibraciones de las palabras se quedan en la atmósfera, y se ha comprobado que influyen directamente a los demás cuerpos y seres vivos o inertes.
Nuestro cuerpo espiritual es de fuego. Esa llama interior que enciende nuestra conciencia. Dicen que a los apóstoles de Cristo se les aparecieron unas lenguas de fuego que los iluminaron. Nuestro espíritu es esa chispa que nos hace humanos y nos diferencia de los animales. Nuestra alma es etérea.
Del equilibrio de los cuatro elementos en cada uno de nosotros se desprende el avance que tengamos en esta vida. No podemos permitirnos ser tan pesados como piedras, al ser demasiado físicos. Tampoco podemos dejar “desbordar” nuestras emociones. Debemos capturar nuestras ideas, sin permitir que se “vayan volando”. Y nunca permitir que se extinga el fuego de nuestro espíritu, la verdadera esencia del ser humano.

Cómo mantener el equilibrio?

Favorecer la armonía del ser humano con el cosmos, es el objetivo. Aplicar los principios nutricionales del yin y del yang y considerar a la persona en forma global y como un ser único, es el secreto.
Es necesario incursionar  en una dieta más pura, simple y equilibrada, basada en cereales y verduras integrales. Comer es asimilar la energía –tanto material como espiritual– que recibimos de alimentos sólidos, líquidos y por medio de vibraciones, emociones, calor, luz, frío, presiones, etc. Lo que comemos se convertirá en sangre y la condición de nuestro cuerpo depende de la condición de nuestra sangre. Tan simple como eso. Estudiando los alimentos según las estaciones y la actividad de cada uno, se aprende a utilizar la energía yin y yang. Los médicos orientales consideran que hay ciertos alimentos yin, como los vegetales crudos –frutas, dulces, alimentos acuosos, cremosos, blandos– y otros, los de origen animal –cocidos, salados, duros, secos– que son yang. Estos dos principios son, a la vez, opuestos y complementarios y es equilibrándolos como se puede mantener sano, con una buena calidad de sangre de lo que dependerá, en parte, nuestro destino.





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